Gabriel Pérez Mardones

Archipiélago Juan Fernández – Palabras de autor ​

Hace 30 años empecé mi peregrinaje por las islas que componen el archipiélago Juan Fernández. Desde niño quise habitar los promontorios ultramarinos que alguna vez cobijaron al más célebre náufrago – Alexander Selkirk – y bajo esa premisa zarpé desde el puerto de Valparaíso en febrero de 1993, con la secreta intención de quedarme allí al menos dos semanas.

Mi equipaje consistía básicamente en una carpa, algunos víveres y mi cámara fotográfica. Sin embargo, mi sorpresa fue grande al caer en cuenta de la cantidad de días que permanecí en dicho territorio insular: estos ya sumaban dos meses.

Así partió mi profundo amor por estos espacios ultramarinos.

Mucho tiempo ha transcurrido desde ese primer viaje, pero cada vez que comienzo a recapitular las sensaciones que experimenté en esa inicial travesía, invariablemente llego a un hecho anecdótico. La primera persona que me saludó cuando desembarqué en el muelle de San Juan Bautista fue Pedro Niada; a ese simple acto de saludar y enarbolar la palabra bienvenido, no puedo dejar de llamarlo sincronía.

Desde aquella primera estadía empezamos a cultivar una entrañable amistad que con el pasar de los años nos condujo inevitablemente a embarcarnos en la elaboración de este proyecto. Juntos recorrimos la escarpada geografía de las islas, sus prístinas aguas, establecimos un sinnúmero de vínculos con sus habitantes y nos empapamos de los mitos y leyendas que circundan la historia de este archipiélago; por eso, cuando volví al continente después de ese primer viaje prometí regresar.

En estos 30 años los isleños me han visto desembarcar en el muelle una infinidad de veces y en cada oportunidad que piso nuevamente la tierra de Selkirk, sumo otra historia a mis alforjas. Las excavaciones del tesoro de Lord Anson, un par de viajes profundos a la isla de Más Afuera, coordinar una

 

 

escapada al sector de Vaquerías, retratar la desgracia que produjo el maremoto del 27 de febrero o simplemente convencer al Loco Bruno de que a pesar del vértigo que padece, era oportuno tenerlo como guía para llegar al sector de Los Cuchillos.

En este largo derrotero hemos recopilado la no despreciable cifra de 250 mil imágenes que muestran la vida en estas tres islas que componen el archipiélago.

En ellas se puede apreciar su flora y fauna, terrestre y submarina, su geografía, sus personajes, sus fiestas, tradiciones y aniversarios.

Porque este maravilloso conjunto de islas llenas de historia e imagenería, cubiertas de plantas y aves y peces y lobos, de entierros y un fuerte, de pasado corsario, de batallas navales, de colonia penal y relego, me parecen merecedoras de ser condensadas en esta construcción a la que denominamos libro.

De ese modo, hemos ido dando forma a un trabajo que tiene la estampa de años y que por sus características documentales sin duda será un aporte para las futuras generaciones; más aún luego de la tragedia que inundó los cimientos de este archipiélago.

La historia de los pueblos se nutre de su memoria y si sus habitantes ya no están para contarla, las imágenes quedan.

Gabriel Pérez Mardones

Santiago, enero de 2015